miércoles, 5 de marzo de 2008

Justicia Platónica vs justicia injusta

Si cometes alguna falta… ¿es bueno que se aplique la justicia sobre ti? ¿De qué clase de justicia es bueno retraerse, redimirse? Cuando era aún más imberbe de lo que soy hoy, uno de los momentos que acabaron de definir mi ateísmo fue cuando comencé a leer a Platón, y en específico al leer la apología de Sócrates. Los dos asesinatos jurídicos más importantes de la antigüedad fueron el de Jesús y el de Sócrates, y los significados de sus muertes pueden entenderse como respuestas contrapuestas a las preguntas del inicio de este párrafo.

La concepción platónica de la justicia es que no hay mayor bien que ser objeto de ella cuando se comete una falta, e incluso cuando no, siendo esta postura la que llevó a Sócrates a la muerte aún teniendo varias oportunidades para escapar de su ejecución, mientras que la redención cristiana se basa en la idea de que Jesús absorbió nuestras faltas…

Solamente puede concebirse el que alguien pague por nuestras trasgresiones si la justicia no es platónica, es decir, cuando la justicia es “injusta”, como la “justicia” que aplica un tirano o un dictador. A través de este razonamiento puede entenderse cómo el cristianismo surgió como un movimiento de resentimiento en contra de una justicia divina que era percibida como tirana, una ganga espiritual de promesas ultraterrenas que únicamente pedía creer.

¿Qué tipo de visión de la justicia divina es la que prevalece en nuestros días? Recordando lo que escribí sobre el hacha de Ganto de la religión, para aquellos que optan por adaptar al pie de la letra la palabra de la religión a la realidad actual, y que por ello viven en sus mentes en un mundo más caótico de lo que en realidad es, es muy difícil concebir los acontecimientos reales como productos de una justicia platónica, sino más bien arbitraria… bastante arbitraria. Para aquellos que optan por la sublimación de sus ideas religiosas, volviéndolas más etéreas, puede que el ideal de justicia platónica se adapte más a esta huída agnóstica, mas enfrentan de nuevo el problema de no poder aterrizarla a la realidad, que es en cierta forma la respetable tragedia del idealismo.

¿Así o más Zen? Jajajajaja